FIFA #FilosofíaAplicada El poder no se mancha  El escándalo suscitado en los últimos días por las detenciones de los funcionarios de la FIFA echó más luz sobre las enormes redes de corrupción tejidas desde dentro por la entidad madre del fútbol mundial. Pero, ¿por qué los miembros de un organismo que por el sólo hecho de regular este deporte posee un inmenso poder, llevan adelante todo tipo de procedimientos ilícitos para aumentar sus ganancias e influencias? ¿Cómo afecta el poder al ser humano? Desde que existe sobre la faz de esta tierra el hombre ha anhelado el poder. Se ha dispersado por toda el planeta, ha domado animales, ha aprendido a manipular la naturaleza y ha buscado por todos los medios convertirse en amo y señor de todo lo que le rodea. Quizás, si salimos del plano colectivo y nos internamos en nuestra propia subjetividad, también encontremos que la búsqueda del poder nos guía: queremos tener más preponderancia en el trabajo, deseamos ser más valorados, más reconocidos, aumentar nuestros bienes y que nuestras opiniones sean tenidas en cuenta por sobre las de los demás. Pero, ¿qué es el poder? ¿Es un verbo o un sustantivo? Quizás la mejor forma de acercarnos a este concepto sea observando su familia de palabras: potencia, posibilidad. Aristóteles muy bien habló de la potencia, cuando la caracterizó como aquello a lo que cada cosa tendía, aquello que podía ser. Mientras que el acto es lo que es, la potencia es lo que no es pero puede devenir: un árbol en acto es en potencia un mueble. Así pues se da lugar a la posibilidad, es decir, a aquello que actualmente no está siendo pero que posee la capacidad para serlo.
De esta manera puede ser que lleguemos a entender qué sea el poder. Podemos pensarlo como aquella capacidad de transformar las cosas, de hacer que sucedan. Entonces, el maestro tiene poder sobre el estudiante porque puede someterlo a través de la nota; el policía lo tiene sobre el civil porque tiene un arma para amedrentar; el legislador lo tiene sobre el resto de la ciudadanía porque tiene la capacidad de cambiar las leyes que rigen nuestras vidas.
Ahora bien, este poder que somos capaces de ejercer los humanos puede ser una fuerza positiva tal como lo entiende Foucault ya que es creadora y productora de discursos, de saberes y, también, de placer. El micropoder circula entre nosotros, se ejerce por doquier en cuanta relación inter-subjetiva exista, negando así una centralidad en donde se estanque. Sin embargo, hay sectores de la sociedad que al poder se lo concibe desde otro lugar, como algo que en vez de ejercerse momentáneamente debe acumularse.
Este es el caso sin dudas de lo que ha acontecido y acontece con la FIFA. Este ente regulador del deporte más popular del mundo, ha acaparado poder de la mano del crecimiento exponencial de la influencia política, económica y social que el fútbol ha ido ganando desde sus orígenes hasta nuestros días; pero no conformes con este poder, algunos de sus miembros han ido en búsqueda de más, eliminando todo escrúpulo con tal de aumentar su capital y perpetuarse en sus cargos.
Y es este punto el que nos conduce a una duda existencial al respecto de la humanidad de nuestros días; ¿qué perseguimos? ¿El dinero o el poder? ¿Se quiere tener más poder para tener más dinero o más dinero para tener más poder? Quizás ninguno de los directivos acusados se haya preguntado alguna vez esto; quizás sólo hayan entrado en una carrera infinita donde "ganar más de lo que sea" haya sido la única meta. Pero tal vez sí sea una buena pregunta para realizarnos a nosotros mismos y para percibir si sólo buscamos acumular cosas por acumularlas tal como Erich Frömm señala en su libro "¿Tener o ser?" o si buscamos ejercer poder para transformar la realidad que nos circunda.
Porque, en definitiva, ¿dónde está el poder? ¿Es algo que se pueda producir y almacenar? ¿Es un bien finito que cuando uno lo posee el otro no puede hacerlo? Los individuos tenemos poder como sujetos pero también como miembros de una sociedad, estableciendo así un poder colectivo mucho más consolidado que el poder que se obtiene a través de la fuerza o el dinero. Pero si no somos capaces de definir a esta categoría más que como un ente negativo que sólo sirve como medio para alcanzar nuestros propios fines lucrativos, mancillando toda moral o labor humana, nunca podremos vislumbrar el verdadero poder de cambio que poseemos. Seguiremos alimentando seres voraces e insaciables como la FIFA quien ha entendido a la perfección que mientras dure nuestra ceguera, al poner a rodar una pelota en cualquier lugar del mundo, su poder seguirá sin mancharse.
Minuto Uno
Domingo, 31 de mayo de 2015
|