El primer ministro de Ciencia y Tecnología de la Argentina destaca el cambio de paradigma que significó el modelo inaugurado el 25 de mayo de 2003. Asegura que cada vez más multinacionales se interesan por el trabajo de los científicos argentinos...
Lunes, 6 de febrero de 2012
Me encuentro con mucha gente que me dice: ‘yo no estoy de acuerdo para nada con este modelo, pero rescato al Ministerio de Ciencia y Tecnología’, y la verdad que es un error: este ministerio tiene sentido en este modelo, por eso no hubo antes un ministerio así”, dice convencido el experto en Biotecnología Lino Barañao, en la oficina que ocupa desde diciembre de 2007, cuando la presidenta Cristina Fernández lo designó como el primer ministro de Ciencia y Tecnología de la historia nacional. “Hay pocos ministerios de este tipo a nivel mundial y en América Latina sólo hay tres, pero el nuestro es el único que trabaja con el componente de innovación productiva”, relata este doctor en Ciencias Químicas de la UBA que, a los 57 años, transita el quinto año de conducción de una de las carteras “mimadas” del Gabinete y que ahora enfrenta negociaciones “por miles de millones de dólares con compañías trasnacionales por nuestros descubrimientos”, revela entusiasmado.