Por crímenes de lesa humanidad
Procesaron a un expolicía chaqueño
Se trata de Miguel Pelozo. Fue catalogado como “muy pegador” por exdetenidos que lo padecieron en la Brigada de Investigaciones del Chaco durante la dictadura. Por padecer cáncer, se le concedió la prisión domiciliaria en Buenos Aires.

Sábado, 3 de diciembre de 2011
En el marco de la causa “Caballero Residual”, el conjuez Federal de Resistencia, Juan Antonio Piñero, procesó con prisión preventiva al expolicía chaqueño Miguel Pelozo, por el delito de Tormentos Agravados físicos y psíquicos perpetrados contra detenidos políticos durante la última dictadura. De todos modos y por estar atravesando un tratamiento de quimioterapia, se le otorgó el beneficio de arresto domiciliario en Buenos Aires.
La resolución a la que tuvo acceso CHACO DIA POR DIA está fechada el 1 de diciembre. A lo largo de 137 páginas, Piñero realizó un panorama no sólo sobre la tipificación del delito que se le imputa a Pelozo, sino también sobre las declaraciones que lo involucran y el contexto de Terrorismo de Estado en la cual se enmarcan los hechos.
“Respecto de la participación, en calidad de Co Autor de Miguel Pelozo, a partir de los resultados de los reconocimientos fotográficos practicados por (el exdetenido político) Julio Aranda, quien en audiencia ante éste Tribunal lo señalo como “muy pegador”, por (Rolando) Azcona, Carlos Aguirre, y (Juan Carlos) Goya, quienes lo localizan en el Área restringida o Sala Negra, su vinculación y responsabilidad con los hechos padecidos por el denunciante, adquieren importancia”, señala el conjuez.
Piñero remarca en este sentido que los reconocimientos fotográficos efectuados por parte de las víctimas adquieren superlativa importancia, “toda vez que el mismo Pelozo al momento de prestar declaración indagatoria, afirmó que se había retirado de la Institución Policial Provincial y se dedicó a otras actividades, inclusive se radicó en la Ciudad de Buenos Aires, circunstancias éstas que aportan un mayor grado de sustento al reconocimiento fotográfico, todo vez que ha importado un acto de recuperación de la imagen y fisonomía del imputado en la personas de quiénes lo han reconocido”.
“Por lo demás, establecido que fue por el suscrito que el denunciante se encontraba aislado en un sector especial destinado a un tipo especial de detenidos, inclusive de manera clandestina y oculto a toda autoridad externa, queda claro que el reconocimiento que aquí se valora únicamente es posible por haberlos visto con anterioridad en ese sector restringido, donde el denunciante fue víctima de los hechos investigados”, evalúa Piñero.
En este sentido, el conjuez explicó de que se habla cuando se habla de la clandestinidad que significaba la denominada “Sala Negra”. “Como lo vengo sosteniendo, dentro de la denominada “Sala Negra” por los denunciantes o Zona de Acceso Restringido o Área 233, por distintos empleados policiales, la posibilidad de asistencia a los secuestrados, de visitas que hubieren posibilitado corroborar su estado, de contacto con personas no privadas de su libertad, era nula o inexistente, tornando la detención en clandestina y ausente del contralor estatal o de los familiares”, indica.
“Queda claro que Miguel Pelozo, al igual que otros imputados procesados, formaban parte de un grupo destinado a los detenidos subvsersivos, pero con la particularidad de tener dominio absoluta sobre sus personas, pudiendo torturarlos, no sólo físicamente sino también síquicamente”, considera Piñero. Y añade: “Rescato en tal sentido que Julio Baltazar Aranda literalmente ha expresado haber llegado a desear la muerte de su hermano para que terminen con las torturas. Estos hechos ocurrieron en la presencia y con la complacencia de Miguel Pelozo”.
Ante esto, Piñero resolvió dictarle a Miguel Pelozo el auto de procesamiento con prisión preventiva por encontrarlo “prima facie” responsable del delito de “Tormento Agravado psíquico y físico. Además, ordena mantener el arresto domiciliario provisorio hasta tanto se resuelva en definitiva sobre ese particular y trabar embargo sobre sus bienes hasta cubrir la suma $150.000.
Peloso, de 61 años, fue capturado el 3 de noviembre por agentes de la comisaría 12ª en el Colegio Marianista del barrio de Caballito, donde tenía su residencia y trabajaba como portero. El represor, que llevaba más de tres décadas en libertad, debió ser trasladado por los policías al Hospital Durand porque sufrió un cuadro de hipertensión al momento de su detención.