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Día Nacional de la Ancianidad: ¿Envejecer es lo mismo para mujeres, diversidad y varones?
El 28 de agosto de cada año se celebra el Día Nacional de la Ancianidad en recuerdo de aquel día de 1948 en que Eva Perón proclamó una serie de derechos para personas mayores luego incluidos en la Constitución Nacional de 1949, vigente durante el gobierno de Juan Domingo Perón y que fue derogada por el golpe militar de 1955. A pesar de que la desigualdad de género se profundiza en las vejeces, faltan los debates y las miradas feministas sobre el tema.

Domingo, 27 de agosto de 2023
Argentina fue pionero en el tema y se ocupó de presentarlo en las Naciones Unidas. Luego de la reforma constitucional de 1994 el país incorporó nuevos derechos y garantías basados en los tratados internacionales relacionados al tema.
Ese día de 1948, Evita leyó el “Decálogo de los Derechos de la Ancianidad” en la sede del Ministerio de Trabajo, uno de los tantos Ministerios que forman parte del show del desguace que propone el candidato de la Libertad Avanza, Javier Milei.
Proclama de los Derechos de la Ancianidad de Evita Perón
Las personas mayores cargan con el estigma de la improductividad, la infantilización y desatención. Sus derechos recorrieron el camino sinuoso de la política pública, porque pese a la máxima de Evita, en Argentina no siempre que existió una necesidad nació un derecho, sino que estos existen o no de acuerdo a la decisión política de quienes gobiernan.
En Argentina la población mayor a 60 años creció 1,4% en nueve años y subió a 7 millones de argentinos. Según el Reporte de Envejecimiento Poblacional publicado en 2021 por el Ministerio del Interior, el proceso de feminización del envejecimiento es claro: cada 135 mujeres hay 100 varones de 60 años y más. A la situación particular del envejecimiento, entonces, le cabe otra particularidad: no es lo mismo ser mujer o varón en esa etapa de la vida como tampoco lo es en otras.
Con el lente feminista
Graciela Gómez es psicóloga social y trabaja en torno a mitos y prejuicios que existen sobre las personas mayores. En diálogo con Tiempo dice que las mujeres de su generación (mayores de 60 años) tienen muchos más miedos y barreras por superar que las mujeres más jóvenes.
“Se está perdiendo eso que Evita llamaba la ‘salud moral’ que hoy la podemos repensar como salud mental. En las crisis económicas las mujeres mayores volvemos a estar en el lugar de cuidadoras, porque lxs hijxs necesitan ayuda con sus familias y eso implica otra vez no tener espacio para nuestro esparcimiento y recreación”.
Para Gómez, las mujeres mayores no cuentan con espacios abiertos para expresar sus problemáticas particulares, incluso en el movimiento feminista. Por eso plantea, “si en este contexto actual no problematizamos de manera transversal lo que nos pasa a las mujeres en todas las etapas de nuestra vida, vamos a dejar más puertas abiertas a quienes vienen a arrebatar nuestros derechos. Las mujeres mayores volvemos a tomar las riendas de los cuidados, pero ya no tenemos 20 años y eso implica un deterioro de toda nuestra salud.”
En ciencias, economía o incluso en la política pública, la mirada feminista devela aspectos invisibilizados. Sucede también en los estudios del envejecimiento y en la gerontología. Camila Gramajo Graña es maestra en comunicación por la Universidad Nacional de México. Allí analizó la representación de la vejez de lesbianas, gays y trans en series de plataformas de streaming y actualmente realiza su doctorado en el CONICET, con un estudio sobre la salida del closet de personas mayores.
En diálogo con Tiempo, dice que “fue la propia gerontología la que puso el debate sobre la mesa sobre la relación que existe entre el género y el envejecimiento”. Para ella, desde los feminismos aún cuesta ver a las mujeres y la población LGBT mayor.
“Las investigadoras Arber y Ginn decían que la sociología del envejecimiento y los feminismos comen en platos separados y es momento de que se junten. En ese sentido, creo que quienes han logrado integrar eso fueron las gerontólogas con perspectiva de género. Ellas han pensado las vejeces de las mujeres”.
Gramajo plantea que, si las mujeres cis heterosexuales mayores han estado corridas del centro de la escena, la realidad de lesbianas, travestis y trans es aún peor. “Las vejeces de mujeres trans y travestis no son iguales a la de mujeres cis. Para esta población la vejez debe pensarse desde otra perspectiva etaria, porque son muy pocas las que cruzan la franja de los 60 y porque además dentro de sus trayectorias vitales la vejez ya está pensada para quienes tienen 40 años”.
La representación de las personas mayores que existe socialmente es la de quienes requieren cuidados, pero las experiencias muestran que también son quienes los realizan.
Según Gramajo, “las tareas de cuidado deben estar pensadas también desde la situación de las mujeres mayores que cuidan. No son solo sujetas de cuidado, también cuidan y por eso el cruce de las variables de género, clase y edad es tan importante, porque siempre van a condicionar su envejecimiento”.
Fuente: Tiempoar.com.ar